El mundo de las distopías

Pablo Aguado

Un breve repaso al género que presenta un posible futuro totalmente angustioso o quizás la guía para evitarlo


Con el estreno de la tercera temporada de Fase 24 hemos comentado la película y comic de V de Vendetta en este podcast, donde la acción se sitúa en un entorno distópico, una Inglaterra con un gobierno fascista tras una guerra nuclear/ataque bacteriológico. Un mundo que tiene grandes influencias de obras como “1984” o “Un mundo feliz”, dos de las grandes distopías literarias que marcaron una época. 

 

Primero, y aunque en ocasiones estén relacionadas, las distopías no son lo mismo que el género postapocalíptico, que básicamente trata de la supervivencia de la humanidad tras alguna catástrofe o guerra. Pero este gran evento negativo como puede ser una guerra podrá provocar una sociedad distópica. De hecho, comienza a ser un género desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, y alcanza su plenitud tras las guerras mundiales y el desánimo traído por estas, por sus cicatrices.  

Pero, ¿qué son las distopías, qué las hace tan atractivas? ¿Por qué son un motivo muy utilizado por la literatura y por los medios audiovisuales como cine, series o cómics?

Se trata de un subgénero de la Ciencia Ficción donde nos situamos en el centro de una sociedad que ha caído en las peores realidades posibles, como dictaduras, alienaciones sociales de todo tipo…  De hecho, el propio nombre hace referencia al contrario de “Utopía”, un paraíso, un lugar ideal y sociedad perfecta, que tiene su origen en un libro publicado por Tomás Moro, o bien la Atlántida de Platón. ¿Qué se puede ver en general en las distopías? Pues en realidad, se pueden tocar muchísimos temas desde a su vez muchísimos enfoques, como podéis ver en esta página, pero que podemos resumir en que se presenta alguna sociedad deshumanizada, que ha perdido la esencia de la persona o alguna/s característica/s que la dejan totalmente desdibujada. Muchas de esas realidades se observan, por ejemplo, en avanzada tecnología pero gran pobreza o grandes restricciones. 

 

Quizás el interés es precisamente ver un presente alternativo, o a dónde puede llegar nuestra sociedad en un futuro próximo, si ocurren una serie de peligrosas circunstancias, que la pueden hacer caer hacia un lugar totalmente deshumanizado sin que apenas nos demos cuenta. Esa sensación de realidad que las buenas distopías generan es la que hace que para el lector/espectador sean tan seductoras. No es que sea creíble lo que pasa, que lo es. Sientes que eso puede pasar en tu propio entorno, y eso es lo que lleva a la reflexión, y muchas veces son obras que muestran ese negro presente o futuro para advertir, avisar e intentar mostrar lo que puede ocurrir en el caso de que se siga por ciertos caminos. Además, suele tener mucho interés en diferentes momentos, sobre todo cuando algunas circunstancias políticas o sociales generan ciertas preocupaciones que lleven a considerar posible lo que la distopía nos cuenta. 

¿Cuáles son las distopías más conocidas? Si hablamos de literatura, podríamos comenzar quizás en los albores del siglo XX, con “El Señor del Mundo”, donde en una sociedad futurista de Inglaterra un hombre comienza a hacerse con el poder mientras comienza a la par una persecución cada vez más abierta contra ciertos sectores de la sociedad. Es, digámoslo así, un comienzo de sociedad distópica y del propio género, que llegará a su máxima expresión en las tres grandes obras del género: “1984”, “Un mundo feliz” y “Fahrenheit 451”, aunque existen muchas otras, algunas de las cuales comentaremos en el apartado de películas. 

1984 – La obra cumbre de George Orwell, ha impactado tanto en la sociedad y ha producido términos como “Gran Hermano”, “neolengua”, “policía del pensamiento”, orwelliano… Realmente asusta mucho su lectura ya que tenemos a día de hoy se pueden ver muchos paralelismos. Es una sociedad hipervigilada a través de la tecnología, y se usa esta y el lenguaje para controlar a las personas y mantener un pensamiento uniforme.

Un mundo feliz – Obra de Aldous Huxley, cuyo propio título juega con el concepto de utopía (felicidad) mientras lo que describe es una “falsa felicidad”, una plena distopía en la que la gente es aleccionada por hipnosis desde la cuna, y aunque se vive sin hambre, guerra, con trabajo, orden, seguridad… resulta que se hace a costa del uso de drogas, eliminación del pensamiento individual, el arte, la ciencia…

Fahrenheit 451 – Ray Bradbury describe una sociedad aparentemente normal, pero en la que rápidamente nos da una oposición distópica: Los bomberos queman libros, y lo hacen dado que ese conocimiento es peligroso, dando lugar a ideas diversas que no son buenas para una sociedad que vive pegada a la gran televisión.

El mundo literario tiene por tanto muchísimos ejemplos variados de distopías, con muchos enfoques diferentes, y es imposible analizarlos a todos. Pero el mundo cinematográfico, como hemos comentado con V de Vendetta, no se queda atrás en el trato a las distopías, ya que añade un elemento visual poderosísimo a la hora de transmitir las sensaciones de las distopías, su entorno… Y muchas de ellas, como la adaptación de esta serie limitada, vienen de la literatura o el cómic; de hecho, las novelas comentadas tienen su correspondiente película. Vamos a destacar algunas, no las mejores, si no por sus especiales características. 

 

Blade Runner– En esta película, situada en un futuro cuando se grabó (ahora ya pasado), presenta una versión steampunk y gris de la ciudad de Los Ángeles por venir, dónde choca una visión empobrecida y gris de la vida de mucha gente con la capacidad tecnológica de los replicantes. La cuestión distópica está en que los replicantes son “más humanos que los propios humanos”, generando así esa inquietud del reemplazo, que se puede ver en la propia película.  

Minority Report– Genialidad de guión en la cual la sociedad, pudiendo anticipar los crímenes, detiene a los futuros culpables antes de ser criminales. La sociedad se muestra ideal, ya que el crimen es erradicado de esta forma, pero al coste de condenar a quienes (todavía) no han hecho nada, lo que nos lleva a esa situación angustiosa y antihumana de determinar el futuro de las personas… como si no tuvieran libertad. 

El show de Truman– Cuanto menos, pensaríamos que no puede ser una distopía. Y al menos, el “show”, como tal, no lo es. Pero pensemos en una sociedad que admite que eso ocurra en su interior, que vea normal la cosificación de las personas y que, cuando esta termina, se sigue preocupando del siguiente producto. ¿No se parecen a las personas mostradas en otras distopías?

Juegos del Hambre– Una distopía desde el punto de vista más clásico, tanto visual como conceptualmente. Una sociedad organizada y estratificada, empobrecida y absolutamente dominada por una clase dirigente tiránica, obligan a los distritos a ofrecer tributos, personas que pelearán a muerte por un premio y la posibilidad de mejorar su vida. 

Deja un comentario